jueves, 17 de diciembre de 2009

229.

"Leer es soñar de la mano de otro. Leer mal y por arriba es liberarnos de la mano que nos conduce. La superficialidad en la erudición es el mejor modo de leer bien y ser profundo. Qué cosa tan despreciable y baja es la vida! Date cuenta qué vulgar y baja es que aunque no la quieras se te entregará, que tu voluntad nada le importa, ni de ella depende, como tampoco depende de la ilusión de tu voluntad. Morir es pasar a ser otro por entero. Por eso el suicidio es una cobardía; es entregarse totalmente a la vida."

Bernado Soares

230.

"El arte es un eludir la acción, la vida. EL arte es la expresión intelectual de la emoción, distinta de la vida, que es la expresión volitiva de la emoción. Lo que no tenemos, o no nos atrevemos a hacer, o no conseguimos, podemos alcanzarlo en sueños, y es con esos sueños que hacemos arte. Otras veces la emoción es a tal punto fuerte que, aunque reducida a la acción, la acción a la que se ve reducida no la satisface; con la emoción que sobra, que quedó inexpresada en la vida, se forma la obra de arte. Así, hay dos tipos de artista: el que expresa lo que no tiene y el que expresa lo que le sobró de lo qe tuvo."

Bernardo Soares

martes, 22 de septiembre de 2009

Quotes...

"In a work of art, chaos must shimmer through the veil of order"
Novalis

viernes, 17 de julio de 2009

Quotes...

"La única actividad digna de un hombre superior es el persistir tenaz en una actividad que se reconoce inútil, el hábito de una disciplina que se sabe estéril, y el uso fijo de normas de pensamiento filosófico y metafísico cuya importancia se siente como nula."
Bernardo Soares

martes, 7 de julio de 2009

Quotes...


"...vivía delante de su gran espejo sombrío, el famoso espejo cuyo modelo había diseñado ella misma...Tan confortable era que presentaba unos salientes en donde apoyar los brazos de manera de permanecer muchas horas frente a él sin fatigarse. Podemos conjeturar que habiendo creído diseñar un espejo, Erzébet trazó los planos de su morada. Y ahora comprendemos por qué sólo la música más arrebatadoramente triste de su orquesta de gitanos o las riesgosas partidas de caza o el violento perfume de las hierbas mágicas en la cabaña de la hechicera o -sobre todo- los subsuelos anegados de sangre humana, pudieron alumbrar en los ojos de su perfecta cara algo a modo de mirada viviente. Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos. Y a propósito de espejos: nunca pudieron aclararse los rumores acerca de la homosexualidad de la condesa, ignorándose si se trataba de una tendencia inconsciente o si, por lo contrario, la aceptó con naturalidad, como un derecho más que le correspondía. En lo esencial, vivió sumida en su ámbito exclusivamente femenino. No hubo sino mujeres en sus noches de crímenes. Luego, algunos detalles, son obviamente reveladores: por ejemplo, en la sala de torturas, en los momentos de máxima tensión, solía introducir ella misma un cirio ardiente en el sexo de la víctima. También hay testimonios que dicen de una lujuria menos solitaria. Una sirvienta aseguró en el proceso que una aristocrática y misteriosa dama vestida de mancebo visitaba a la condesa. En una ocasión las descubrió juntas, torturando a una muchacha. Pero se ignora si compartían otros placeres que los sádicos.
Continúo con el tema del espejo. Si bien no se trata de explicar a esta siniestra figura, es preciso detenerse en el hecho de que padecía el mal del siglo XVI: la melancolía.
Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa allí, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa incercia. Ëste quisiera liberar al prisionero, pero cualquier tentativa fracasa como hubiera fracasado Teseo si , además de ser él mismo, hubiese sido, también, el Minotauro; matarlo, entonces, habría exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma melancólica. Y más aún: hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio. La cajita de música no es un medio de comparación gratuito. Creo que la melancolía es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya "la farsa que todos tenemos que representar". Pero por un instante -sea por una música salvaje, o alguna droga, o el acto sexual en su máxima violencia-, el ritmo lentísimo del melancólico no sólo llega a acordarse con el del mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energías delirantes.
Al melancólico el tiempo se le manifiesta como suspensión del transcurrir -en verdad, hay un transcurrir, pero su lentitud evoca el crecimiento de las uñas de los muertos- que precede y continúa a la violencia fatalmente efímera. Entre dos silencios o dos muertes, la prodigiosa y fugaz velocidad, revestida de variadas formas que van de la inocente ebriedad a las perversiones sexuales y aun al crimen. Y pienso en Erzébet Báthory y en sus noches cuyo ritmo medían los gritos de las adolescentes. El libro que comento en estas notas lleva un retrato de la condesa: la sombría y hermosa dama se parece a la alegoría de la melancolía que muestran los viejos grabados. Quiero recordar, además, que en su época una melancólica significaba una poseída por el demonio."

Alejandra Pizarnik
www.photo.net/photos/garrido_manuel

miércoles, 21 de enero de 2009

Quotes...

" En mi comienzo está mi fin, en sucesión se levantan y caen casas, se desmoronan, se extienden, se las retira, se las destruye, se las restaura, o en su lugar hay un campo abierto, o una fábrica, o una circunvalación. Vieja piedra para edificio nuevo, vieja madera para hogueras nuevas, viejas hogueras para cenizas, y cenizas para la tierra, que ya es carne, piel y heces, hueso de hombre y animal, tallo y hoja de maíz. Las casas viven y mueren, hay un tiempo para construir y un tiempo para vivir y engendrar, y un tiempo para que el viento rompa el cristal desprendido y agite las tablas del suelo donde trota el ratón de campo, y agite el tapiz hecho jirones con un lema silencioso. En mi comienzo está mi fin. Ahora cae la luz a través del campo abierto, dejando la hundida vereda tapada con ramas, oscura en la tarde, donde uno se apoya contra un lado cuando pasa un carro, y la vereda hundida insiste en la dirección hacia la aldea, hipnotizada en el calor eléctrico. En cálida neblina, la sofocante luz es absorbida, no refractada, por piedra gris, las dalias duermen en el silencio vacío, esperad el búho tempranero (...)Llevando el compás, marcando el ritmo en su danzar, como en su vivir en las estaciones vivas, el tiempo de las estaciones y las constelaciones, el tiempo de ordeñar y el tiempo de segar, el tiempo de aparearse hombre y mujer y el de los animales, pies subiendo y bajado, comiendo y bebiendo, estiércol y muerte. La aurora apunta, y otro día se prepara para el calor y el silencio. Mar adentro el viento de la aurora se arruga y resbala. Estoy aquí, o allí, o en otro lugar, en mi comienzo. Y rígidas, fuertes, las tías Amelias; Y luego cojeando, cojeando la novia. "
Thomas Stearns Eliot
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